Fiuggi Terme, 8-11 diciembre 2011

Curso de formación para animadores Y responsables

“TODO RESPONSABLE TIENE EL DEBER DE INCLINARSE A LA SANACIÓN INTERIOR”

Alberta  Ávoli y Roberto Ricci

El título de esta enseñanza suena un poco extraño…cada responsable tiene el deber de inclinarse a la sanación interior.

Cada uno de nosotros que estamos aquí en esta Asamblea tenemos el deber (no es opcional), de inclinarnos a la sanación interior: a la purificación de nuestro corazón, de nuestros sentimientos, de nuestra mente, de nuestro pensamiento, de nuestra historia, de todo legado negativo que podamos haber recibido de nuestros padres, del ambiente donde hemos crecido, de la idolatría que hemos respirado (o practicado)…

Atendamos al paso de la llamada y de la purificación del Profeta Isaías (6, 1-8)

“El año de la muerte del rey Ozías vi al Señor sentado en un trono excelso y elevado, y sus haldas llenaban el templo. Unos serafines se mantenían erguidos por encima de él; cada uno tenía seis alas: con un par se cubrían la faz, con otro par se cubrían los pies, y con el otro par aleteaban, Y se gritaban el uno al otro: «Santo, santo, santo, es el Señor de los ejércitos: llena está toda la tierra de su gloria.». Se conmovieron los quicios y los dinteles a la voz de los que clamaban, y la Casa se llenó de humo. dije: «¡Ay de mí, que estoy perdido, pues soy un hombre de labios impuros, y entre un pueblo de labios impuros habito: que al rey Yahveh Sebaot han visto mis ojos!» Entonces voló hacia mí uno de los serafines con una brasa en la mano, que con las tenazas había tomado de sobre el altar, y tocó mi boca y dijo: «He aquí que esto ha tocado tus labios: se ha retirado tu culpa, tu pecado está expiado.»Y percibí la voz del Señor que decía: «¿A quién enviaré? ¿y quién irá de parte nuestra»? Dije: «Heme aquí: envíame.»”

Hemos escuchado de Isaías que ante la presencia de Dios tres veces Santo, se descubre pecador, hombre de labios impuros. Y no existe otra manera de descubrirse pecadores sino ante la presencia de la divinidad de Dios.

Así que aquellos que se consideran “justos” es porque en realidad no están en la presencia de Dios. Ahora, para Isaías hubo un hecho prodigioso, místico, un serafín toma una brasa ardiente, prendida en el altar y se la pone en la boca, con lo que quedan purificados sus labios (y todo su ser). ¿Qué tendrá para nosotros? No sabemos si el Señor desea repetir con cada uno el mismo signo prodigioso. Pero es seguro que nos toca con el “carbón ardiente” que es la propia Comunidad y que Él mismo ha puesto a arder, como ofrenda viviente a su Presencia.

Partamos ahora de nuestra Comunidad, más bien de la espiritualidad de nuestra Comunidad.

En el contacto que tuvimos con el Consejo Pontificio para los Laicos, con motivo de la elaboración de nuestro Estatuto, cierta vez el Cardenal Rilko nos dijo expresamente en qué cosa consistía la espiritualidad de la Comunidad Jesús Resucitado: nosotros en el basto panorama de la RCC, o sea en medio de esa corriente de gracia que desea transmitir la experiencia directa y personal del Pentecostés en la vida de todo bautizado, ¿nosotros en qué nos distinguimos? cuál es el “valor añadido” que hace de nosotros un todo nuevo,  ¿qué cosa particular tiene para ofrecer a la Iglesia?407805_181509851955805_315237171_n

Incluso en la redacción del libro del Estatuto, volvemos sobre el tema, clarificándolo… Recordemos que estas cosas  no deben “permanecer” sólo en los libros escritos en la Comunidad, sino que debe convertirse en “el faro” que nos ilumina y nos da la dirección en la que proceder y, de hecho, debe convertirse en “parte de nosotros,” que “nos pertenece a nosotros. Por qué no tenemos algo que ha sido diseñado por los hombres (en un escritorio), pero si el plan de Dios para nosotros! para la Comunidad en su conjunto y para cada uno de nosotros, los miembros vivos de esta Comunidad.

El proyecto de Dios para nosotros está en nuestro propio nombre: Comunidad Jesús Resucitado. No “de” porque no indica que se requiera de una afiliación: Nosotros como comunidad, somos llamados a ser una manifestación de Jesús Resucitado en el mundo! Esta es nuestra espiritualidad, “la espiritualidad  de la resurrección”.

Veámoslo mejor tomando el Estatuto (pág. 21-22)

Consiste en acoger constantemente en nosotros el Espíritu Santo que es el Espíritu de Jesús Resucitado! Y dejarnos transformar poco a poco en el Espíritu de Jesús.

Si el Espíritu del Resucitado toma de verdad posesión de nuestra vida, ahora no sólo podemos hacer “los signos” (de sanación y liberación), sino que nosotros mismos somos un “signo” porque somos transfigurados, y signo (extraordinario en estos tiempos) es una comunidad donde todos los miembros se empeñan en vivir ”en la” resurrección y “por la” resurrección.

“Entonces como decía Jaqueline, nos convertimos en un don del espíritu del resucitado para la Iglesia y para el Mundo”.

También en el libro “Fai della tua Vita un Dono” (sobretodo en las páginas 72-74) leemos de nuestra espiritualidad, acerca de cuando traicionamos la vocación recibida y de cuando “permanecemos voluntariamente” en el pecado y la muerte.

Les pido por favor, vayan y lean estas cosas, no den por hecho haberlas aprendido de una vez por todas, siempre hay que “masticar” la palabra profética y la grazia que hemos generado.

¿Puede un Animador de la Comunidad Jesús Resucitado no ser resucitado?

Mientras estemos sobre esta tierra, nuestra resurrección no sera completada de una vez por todas. Nosotros por ahora no somos inmunes de la muerte física ni de aquella del pecado, por eso debemos pasar continuamente “de resurrección en resurrección”.

Esta pregunta entonces significa: ¿puede un Animador no encarnar primeramente y de manera clara y evidente, la espiritualidad que ha sido llamado a difundir?

La respuesta claramente es: no. Un Animador, al contrario, debe buscar la propia sanación interior, en cada ocasión 419966_181510018622455_1314943657_nválida que el Señor y la Comunidad le ponga delante. Debe dejarse purificar continuamente, hasta alcanzar “aquel completo cambio de la propia mente” al que nos exhorta el Evangelio y que se expresa consecuentemente en el lenguaje purificado, en la elección de vida “más santa”, en el modo carismático de ejercitar la pastoral y el servicio.

Un “carbón ardiente” con el cual podamos ser purificados, lo sabemos es la Comunidad de Crecimeinto, con la respectiva revisión de vida.

Ahora algunos pueden “también” no pertenecer  a una comunidad de crecimiento porque los compromisos son muchos. Sin embargo, la Pastoral debe ocuparse de su crecimiento interior, por lo tanto están obligados a hacer la revisión de vida según lo sugiere el Espíritu Santo e incluso el Comité Internacional de Servicio está obligado a hacerlo.

En cambio, hay algunos Animadores o Responsables que nunca han hecho una verdadera revisión de vida. Algunos ya ni siquiera se reunen para orar, a ningún nivel, ni de Crecimiento, ni como Pastoral, ni Servicio. Otros porque están convencidos que no tienen ninguna necesidad (y siempre son los otros y sólo los otros los que tienen que cambiar). O que aquellos hermanos que tenemos al lado son así de “pequeños” que no son adecuados para ayudarles. (ya saben cual es la excusa típica, no?  “para qué hacer escándalo por gusto”?).  O que ambas cosas estan bien, son lo correcto, o más o menos incluso…

Ahora esto es un engaño: porque nuestra no-conversión (o nuestro no-progreso en la conversión) es en cambio uno de los principales obstáculos al crecimiento de la Comunidad, en sentido espiritual y numérico; y porque es bien extraño que nosotros podamos guiar a los neo-conversos a confiar, a dejarse interpelar y sanar por la verdad de la Palabra de Dios y por el discernimiento de los hermanos, si para nosotros no aceptamos los mismos instrumentos de sanación!

El engaño podría llegar a tal punto que  por no hacer nunca personalmente la revisión de vida, “en coherencia” no somos capaces de transmitirlo a los demás, así que, paso a paso, podemos llegar a perder uno de los pilares de nuestra espiritualidad.

Otras veces puede ocurrir que, a cambio, vivamos una revisión de vida muy superficial, cuidándome de decir la verdad “parcialmente” (en nuestro corazón realmente no queremos compartir con los otros); actuando así, no deseamos compartir ni siquiera con Jesús! (porque Él es la Verdad, y la Verdad completa).

No es el tiempo ahora de explicar cómo se hace la revisión de vida, pero los invito calurosamente, a retomar en mano el libro “vivieron juntos”, sobretodo en las páginas 141-148.

Una pequeña exhortación: hagan la comunidad de crecimiento en casa! Por el clima de acogida y de reserva (sin el cual el corazón no se abre), para permitir a los hermanos de ser generosos, abriéndonos su casa (también la nuestra), para hacer de la casa la “pequeña iglesia doméstica”.

Sólo si no hay ninguna otra posibilidad, se hará en la parroquia. (si Alberta y yo no hubiésemos vivido nuestro crecimiento personal en la parroquia, lo mas probable es que nunca hubiésemos sanado)

¿Cuáles son los pecados, debilidades, enfemedades más graves que debemos exponer al Señor, de manera que las sane?

Fijémonos bien: nosotros no podemos contar con ningún “automatismo” (quizás, con algunas limitaciones, el Señor me dejó convivir; no me las quitará, como “la espina en el costado” de S. Pablo) pero junto a mis hermanos y hermanas, (aquellos que conviven conmigo la pastroral o el servicio, o la misión…) sabemos que, en ciertas ocasiones, debemos estar atentos y ayudarnos (con compasión, pero en la verdad) de manera que no surja la ira, o la competencia,  o cualquier otro rasgo de mi carácter o de mi historia…

Así que vamos a ver ahora juntos, algunos de estos pecados, para ofrecerlos al Señor, a fín que pueda sanarlos. Y, fijense, ninguno diga: “Ah, no me afecta ninguna de estas situaciones; no deseo de ninguna de estas sanaciones”, porque estas cosas las hemos visto en medio de nosotros, y también “reflejándose”…

Estos son sólo algunos, pero si reflexionamos bien sobre estos obstáculos (y acogemos esta corrección en nosotros) después nuestro espíritu se abrirá a la comprensión de otros y otros. Ahora veamos algunos…

El liderazgo.

Nosotros somos una Comunidad y cada expresión de nuestra vida en comunidad es comunitaria! Quiere decir “todo se hace juntos” (también la responsabilidad que se da entre 4, 5, 7 personas). No somos un grupo con un jefe, un lider (el cual tiene un máximo de consejeros o ayudantes). Es el Señor quien nos ha dado esta fisionomía. Y es esta comunitariedad la que nos ha conquistado al inicio (por ser diferente del mundo), nos  ha ayudado a sanar, nos ha ayudado a comprender y ejercitar los carismas (que son los frutos de la comunión).

Entonces, por qué alguno llegaría a pensar: de “hacer de jefe”, de no entregarse al discernimiento comunitario, de no consultar ni siquiera con alguien, de tener siempre la última palabra, (obligatoriamente cierra cada discurso), restando importancia a lo que apenas han dicho los otros, etc. !

Les recordamos (en caso de ser necesario) que ningún organismo de nuestra Comunidad en su interior tiene un “jefe”, un coordinador, uno que manda sobre el otro: en ninguna Pastoral, en ningún grupo de Delegados, en ningún Servicio Internacional y menos en el CIS!

¿Hay algo malo en el liderazgo entendido en un sentido absoluto? No, no lo hay, existen agrupaciones políticas, culturales, incluso religiosas, organizadas bajo un líder, pero nosotros no somos así, no es nuestra vocación, no corresponde a nuestra historia, no lo contempla nuestro Estatuto. Y quienes se comportan como líderes, se colocan más o menos conscientemente afuera de la vocación comunitaria, fuera de nuestra historia, fuera del Estatuto que nos gobierna.

Quien se comporta como un “jefe”, es como quien dice “me refiero” acerca de la Comunidad a mi manera, de acuerdo a mis gustos, mejor dicho a mis reclamos.

A menudo la base de este “supuesto  liderazgo” son otras limitaciones y pecados como el orgullo y la soberbia, la falta de paternidad, el miedo a no ser considerado (y, en definitiva, de morir) que “fuerza” a sobresalir y que impide reconocer los carismas en los demás (que trabajan con nosotros) y de decirles palabaras de estímulo y aprecio.

A veces por soberbia, ocurre que no sabiendo o no queriendo hacer una determinada cosa, no dejan tampoco que otros las hagan, (lo que la convierte en difícil, pesada…) para no sentirse disminuidos pero, al mismo tiempo para no sentirse puestos en acción ellos también.

Si sólo juzgo tu trabajo y lo menosprecio, entonces puedo justificar mis defectos, por el contrario si digo que tu lo haces bein, puedo también yo cambiar mi forma de trabajar o de no trabajar.

Se trata de un mecanismo psicológico, que no siempre nos damos cuenta, pero que crea mucha dificultad en la vida espiritual. Porque nos hace “permanecer” en posturas estáticas adquiridas y no permite pasar “de resurrección en resurrección”.

Estos Pastores, definitivamente, se limitan a “administrar lo que hay” (siempre que lo hagan) más no desean ser sensibles (al Espíritu y a los hermanos) para guiar proféticamente a la Comunidad.

Naturalmente también puede ocurrir que, quienes pretenden ejercer el rol de líder, en realidad sea verdaderamente el más inteligente (sin que la valoración que haga de si mismo sea exagerada). Pero, si es verdad que es aquel que sabe más y sabe hacerlo mejor, entonces para él: tienes que hacer crecer al otro en torno a ti, a promover su carisma, y después a reconocer y a someterse a estos carismas, a decirle a los otros con quienes compartes el servicio (pero primero se debe compartir el corazón) que son amados, que son y son ya “mejores que tú” (al menos en aquel carisma que el otro te supera), que debemos llegar a las metas más altas, (porque la Comunidad no se acaba con nosotros, con esta generación).

Y deben decirlo con gestos y palabras concretas (porque la acción puede desmentir  la palabra) y con convicción y amor.

Recordemos que cada uno de nosotros, antes de tener que realizar tareas prácticas, somos llamados a ser Pastores, como lo es un padre, una madre, los cuales desean que los hijos (en este caso aquellos que se han generado en la fe de la Comunidad) sean lo mejor de ellos, no lo menos!

Recordemos también que, si nuestros carismas son verdaderos, se transmiten! De otra manera quizás no son carismas. Y un pastor hace de todo por transmitir su carisma. Un lider no.

Todo lo opuesto al liderazgo (con todo lo que hemos escuchado) es la desconexión. Para entender qué cosa es la desconexión, piensen en aquellos Responsables que, siempre dicen:  “Por qué me encuentro aquí”?,  “Ah, el folleto adjunto a la revista…qué folleto?”, “Ah, si?” “quién lo tenía qué hacer?”. Estamos hablando de Animadores, de Responsables (no de niños), más bien nosotros somos lo que debemos saber “quién”, “qué cosa”, “cómo”, “dónde”…para luego ayudar y guiar a los otros!

Tengamos presente que esas mismas personas, esos mismos responsables, tienen una actividad profesional (o la han tenido) un lugar también de responsabilidad… ¿por qué en aquel trabajo (que es retribuido y que si no eres diligente te mandan fuera) no son así de desatentos?

A veces hay personas que tienen  muchas ocupaciones (miles de intereses, miles de cosas qué hacer…) “ahora- dice el Señor- hay eunucos que a sí mismos se hicieron eunucos por causa del Reino de Dios!” (Mt. 19,12) hay quienes optan por subordinar otra exigencia (aunque sacrosanta) por servir mejor al Reino de Dios y seguir adelante! Y la Iglesia de hoy, el mundo, nosotros necesitamos de personas que ardan en este ardor. Somos nosotros estas personas! ¿O no?!

Quienes están desconectados, dejan como un vacío que los otros responsables tienen que llenar…salvo que haya “quien no hace nada” pero si lo siente y sufre también! Y si ninguno llena ese vacío peor aún! Porque las personas que se le han confiado, obviamente lo tomarán como modelo y comenzarán a su vez a subsistir desconectados. Y de este modo no se construye, pero si se destruye la Comunidad!

El empeño puesto honestamente delante del Señor, es una cosa seria. Tal vez yo no soy muy capaz…pero, si lo pongo todo (en las manos del Señor), El obrará por mi y en mi, pero si yo no pongo nada de mi (si no pongo 5 panes y algunos peces) el Espíritu Santo no podrá bendecir  (porque no habría qué bendecir!) y ninguno de nosotros verá el milagro!.

Les recordamos que esta operación: empeño propio + bendición del Espíritu Santo! = “se harán cosas muy grandes” (que jamás habrán creído  poder hacer).

Testimonio: Yo lo he visto personalmente con la revista, los libros de la Comunidad, el Estatuto, las misiones, mirando cada cual, cada vez me digo: pero cómo es qué salen los libros?, las misiones como han sido posibles? Y la revista? Me  lo pregunto cada vez que separo “las famosas 12 cestas del Evangelio” de las cosas que avanzan. Y el Estatuto?… El Señor nos ha conducido a comprender por fín el Derecho Canónico!

Cada vez somos testigos de un milagro de Dios!.

En Comunidad no pueden ya existir más responsables o animadores desconectados (es una contradicción en los términos), no es aceptable nunca más.

Otro pecado, otra debilidad es: hacer las cosas sólo con las fuerzas humanas.

Al igual que “los insensatos Gálatas”, no puedo haber comenzado con el Espíritu Santo y terminar haciendo las cosas humanamente. Digamos: hacer una oración “esquemática”, siguiendo  un cliché (para nada de escucha profética), sustituyendo la oración con catequesis y prédicas (mucho más fáciles de hacer por no ser carismáticas), o lanzar otros programas que cuentan tranquilamente con la “aprobación” del párroco o de otros (entonces la conducción de la Comunidad se convierte en marginal, subordinada, condicionada…).

Todo esto resulta ser más fácil que “abandonarnos” cada vez a la acción del Espíritu Santo que vive en nosotros dia a dia, tratando de poner en práctica los dones que se nos anunciaron al principio (y de ahí en adelante) y que hemos reconocido “por nososotros mismos”, que hemos ya puesto en práctica en el pasado.

Y todo esto de qué depende? Puede depender: de haber probado la desilusión y del consecuente desenamoramiento, del orgullo de quien “ha aprendido como se hace”, de la arterioesclerosis espiritual (siempre al acecho)… mientras Dios es creatividad siempre nueva, que viene a “destapar las venas” de nuestro Espíritu.

Quien actúa por sus propias fuerzas, terminará dando testimonio no de aquello que ha hecho Jesús por él (como 399956_181509525289171_1693984617_nrealmente es!), sino de aquello que él hizo por el Señor (y esto es “robarle la gloria a Dios”!).

Nuestro testimonio debe referirse en cambio  a nuestra experiencia personal de salvación! También debe comunicar a los demás  la gratitud a Dios, no la auto-satisfacción. Recordemos el “cómo” y “por quién” nosotros hemos recibido el anuncio: a lo mejor eran personas muy sencillas, pero constatábamos que estaban llenas de fuego del Espíritu y que se sentían salvados!

Juzgar a los otros y falta de amor

El amor, la comunión entre los responsables es esencial. Cuando cantamos “Jerusalén, construida como una ciudad donde todo esta bien unido y compacto”..debemos recordar que, si no somos “bien unidos y compactos”, dejamos el espacio donde el enenmigo puede conseguir encajarse.  Así que para estar unido y compacto con aquella “piedra” que está a mi lado, el único cemento es el amor.

También es el amor ( = Dios entre nosotros) el que nos da el “conocimiento” (amar y comprender) y que nos permite guiar al pueblo de Dios según la voluntad de Dios. De lo contrario si hay un pecado de juicio que nos divide, nosotros no podemos guiar con sabiduría al pueblo de Dios (ni el Señor nos da ovejas que guiar).

Recuerdo cuando estábamos en la anterior experiencia carismática y teníamos grandes dificultades de comunión en el órgano de gobierno. Ninguno lo sabia externamente, pero la Comunidad (en Espíritu) probaba un sufrimiento indecible! Roberto y yo lo sentíamos (no sabiamos por qué, pero estábamos mal en espíritu, porque no eramos realmente un cuerpo: no lo olviden) hasta que después las cosas salen a la luz, luego de otro sufrimiento (esta vez en dolores de parto), nació la Comunidad Gesú Risorto.

Cuando la Comunidad sufre, disminuye en número, no atrae nada nuevo, no ve las manifestaciones carismáticas que esperamos…preguntémonos ahora hasta qué punto es nuestra comunión como miembros de una misma Pastoral, de un mismo servicio, del Cis.

Nosotros debemos “tomarnos” de la presencia del otro… pero es siempre así? En lugar de eso “caemos” en el pecado de juicio (lo guardamos, lo cultivamos lo alimentamos en el secreto de nuestro corazón) y consecuentemente  caemos en el rencor… (así en la muerte espiritual que le sigue). Así que no solo nos hacemos daño a nosotros mismos, sino que traicionamos la vocación que hemos recibido y retrasamos la entrada en la resurrección de aquella parte del mundo que nos ha sido entregada!

Tendríamos tantas cosas más qué decir ahora que estas reflexiones están moviendo tantas cosas en nuestro corazón, bueno sigamos en nuestra comunidad de Crecimiento, en la Pastoral, en los Servicios, con amor y mansedumbre, empezando por nosotros mismos (no por el otro).

Para concluir, volvemos al tema de este Curso: “ aquí estoy, envíame a mi”. Antes de pronunciar esta declaración de fe incondicional y de disponibilidad absoluta, Isaías fue purificado con el carbón ardiente… Nosotros también podemos ser purificados, santificados, enviados! Nuestra tarea de hecho (el Señor nos repite esto continuamente) es vivir la santidad (esto – se nos ha dicho  ultimamente – “protegerá a la Iglesia” y nos hará ver maravillas) y luego nos vamos a asegurar de que cada persona que conoscamos pueda vivir el mismo encuentro con la presencia de Dios tres veces Santo, así sea purificada y se redescubra como un alma divina.

Amén.

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